sábado, 16 de marzo de 2013

LA FORTALEZA-MONASTERIO DE LOARRE

Prometí a mis princesas llevarlas a un castillo y el más cercano era el de Loarre. El tiempo amenazaba lluvia pero tuvimos suerte. Llovió algo de camino y justo a la hora de volver. Entre medio el tiempo nos respetó, y aunque no hizo sol, tampoco frío. Ahí van mis princesas recorriendo su castillo.

COMO LLEGAR.
Desde Zaragoza solo hay que llegar a Huesca y coger la carretera de Ayerbe. En seguida sale una carretera que lleva a Loarre por Bolea. Allí fuimos directamente a la Hospedería de Loarre, habilitada en un edificio-palacio del s. XVI, con base de piedra y piso superior de adobe, y un porche cubierto para albergar mercados. Solo hay 5 habitaciones en la parte antigua, en el segundo piso. El resto están situadas en una extensión nueva mientras que el restaurante ocupa la primera planta.

 Las vistas el soberbio campanario gótico de la localidad impresionantes.


EL LUGAR.
Tras tomar posesión de la habitación y descargar, fuimos al castillo, pero antes hicimos parada en otro castillo. El de juegos de Sara, donde comimos al sol y jugamos de lo lindo.


Con fuerzas recobradas subimos a la que es la fortaleza románica mejor conservada de Europa. Realmente fue una obra enorme para los recursos de la época. Justo en la frontera entre el Aragón montaraz y la llanura agrícola musulmana. Solo 50 años después de que el rey de Pamplona Sancho el Mayor hubiera decidido la construcción en 1020, Sancho Ramírez lo transformó en monasterio para lo que se invirtió en buen material y alta calidad de construcción, que junto con la ausencia de ciudades alrededor que evitó el espolio, lo ha hecho perdurar intacto hasta nuestros días.


Aún así, fue un pelotazode la época porque solo 6 años después de acabarse el impresionante monasterio los monjes se fueron de allí a la fortaleza - monasterio de Montearagón, más cerca de la recien conquistada Huesca. En muy poco tiempo después, la frontera se movió tan al sur con Alfonso I, que tampoco se usó como fortaleza defensiva. Hacia el S.XV se construyó el pueblo de Loarre en la llanura y el castillo fue definitivamente abandonado, en el mismo estado que se construyó 400 años antes.

No solo el castillo sino también impresionan las vistas hacia el valle del Ebro, divisándose Bolea, Ayerbe y algo más lejana la ciudad de Huesca, así como todo el pantano de la Sotonera que poco a poco se va llenando tras casi secarse a finales del año pasado. En la foto el campanario de la primitiva iglesia parroquial del intramuros Loarre.


Tanto el entorno como las torres defensivas estaban perfectamente diseñadas pra la defensa y su gran capacidad de almacenamiento de agua podía permitir resistir asedios largos. En la foto se ve la torre albarrana, localizada fuera del primitivo recinto amurallado, concebida como último bastión defensivo, que quedó dentro de la nueva estructura monàstica tras la ampliación.

Sara aguantó la hora y media larga de visita como una campeona. Al principio comía y cuando se nos acabaron los víveres a jugar con cualquier cosa. Tan agotada quedó que de vuelta se quedó dormida. Cenamos de lujo en la hospedería solos. El restaurante entero para nosotros solos.

LOS ALREDEDORES
Al día siguiente sin mucho madrugar y tras bien desayunar y jugar en un parque de la localidad de Loarre fuimos a ver Bolea, famosa por su colegiata gótico-renacentista, situada en la parte más alta de la localidad, probablemente en el lugar de una fortaleza musulmana (en el s XI Bolea tenía la misma poblacion que Osca, algo más de 1000 habitantes. Hoy tiene bastantes menos de 1000).

La colegiata del s XV está perfectamente restaurada. Es de planta basilical y 3 naves a la misma altura soportadas por altas columnas que dan una gran sensación de volumen y espacio diáfano. La joya es el retablo mayor en madera, con pinturas gótico-flamencas del s XV de bellos colores que solo han necesitado un lavado de cara como restauración.

De nuevo las vistas desde la atalaya de la colegiata con el pueblo a sus pies es estudenda.

Tras comer por la zona, fuimos a que Sara jugara un poco ya que se estaba portando muy bien. Pero se nos echó a llover y tuvimos que emprender el regreso. A cambio fuimos a visitar otro castillo, el de bolas del McDonalds de Huesca, donde Sara se resarció mientras nosotros nos tomábamos un café. Lo pasamos estupendamente los 3.

Y colorín colorado, este finde también se ha acabado. Hasta pronto.