Hace tiempo que no íbamos de camping. Y estábamos seguros que a Sara le iba a gustar. Por si acaso, nos aseguramos que iba a hacer buen tiempo y que el camping era de primera. Para eso fuimos al camping de Gavin, en la localidad del mismo nombre, al ladito de Biescas. Un camping bien preparado, sí señor. A tope de ocupación. Es un camping con altura, con vistas hacia la parte baja del valle, de fácil acceso, con buen restaurante y cafetería donde cenamos, con sombra por un bosquecito de robles, aterrazado para que nadie les quite la vista a nadie, con piscinas para combatir el fuerte calor que hacía, con juegos para niños, y con una impresionante sala de bolas de la que nos costó unos lloros sacar a Sara.
Montamos la tienda y Sara nos ayudó desde el principio. Se lo pasó en grande. Sacarla de la piscina fue otro pequeño trauma, pero donde mejor se lo pasó fue cuando se hizo de noche, y tenía que usar la linterna para ver.Aquello fue una aventura para ella.
Otra aventura fue la del día siguiente, cuando subimos con el telecabina de Panticosa a las pistas. Toda la subida estaba muy nerviosa, y no sonreía nada.
De ahí hicimos una corta excursión de 40 min a los ibones de Saboco y del Asno, a 2100 m. El calor fue intenso pero el resultado merecía la pena. Además, al llegar arriba había una familia de caballitos y potrillos que hicieron las delicias de Sara.
Tan cansada se quedó que se quedó dormida de vuelta en la mochila, y todo el viaje de vuelta a Zaragoza, donde de nuevo "temblaban los cabezos", del calor.
Así estamos, todo el año deseando que llegue el verano y cuando llega solo quieres que se acabe (el calor). Pero este fin de semana lo pasamos muy bien. Muchas nuevas experiencias para nuestra pequeñaja que crece y crece feliz.
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